Se acerca la tormenta, puedo olerla
como se intuye el miedo de los niños,
como una mirada perdida en la muchedumbre,
como el azar.
Se acerca el desvarío de los tiempos,
la lluvia incontrolada,
la humedad del asfalto gris,
el descontrol, la mañana.
Se acerca y no huyo de ella,
ni del viento, ni del yo calado y solo,
ni del viejo que me observa descontento,
pues entiendo que cuando despeje
será más mío el destino,
más fuerte la necesidad de sed,
más tierno el pan.