Se pierden al pasar las verdades antiguas
-sujetas solo con las pinzas rotas del ayer-
ahora al contemplar de nuevo el porvenir de antaño
manchado con gotas invisibles de presente.
No volveremos a sentir nunca
la inmaculada certeza del entrometido, del inocente,
del jamás herido por la desesperanza,
del que espera volver y nunca anda
más allá del recuerdo de sus propias pisadas.