Siempre he sido más feliz
en el pasado, en el aquel, en lo ajeno,
en esa tarde que me pediste que te regalara tiempo
y busqué entre las rendijas de mi ropa
segundos que no fuesen a formar parte de un reloj,
horas marcadas tan solo en el aire,
días tras días perdidos en sol.
Y ahora que no hay ayer,
ahora que mañana queda muy lejos
miro mi reloj de pulsera y son solo
las carne y hueso.
Carne cruda y duro hueso.