sábado, 16 de agosto de 2008

Me vi
traicionado por la tarde
y sus espacios
al alejarme del tiempo
y las posibilidades de su finitud.

Aprendí con ello a besar
el minuto que acaba de abandonarme
y le perdono su marcha
y le agradezco su existencia
y creo que no habrá más realidad
que la del beso entre el minuto y mis dedos.

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