jueves, 10 de diciembre de 2009

Da, ciudadano, paso a la liturgia del saber,
como quien invita a comer a un enemigo
el mejor manjar del que dispone,

como quien duerme con coronas de espinos
apoyado en una suave almohada,

como quien tararea una saeta al amanecer,

como quien sabe que está firmando con ello una muerte en vida,
buscando un intenso anhelar sin intenciones,
tendiéndose a sí mismo una trampa de futuro,

pues se aprende sobre sueños posibles que se romperán.

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