lunes, 10 de diciembre de 2007

El sabor de las cosas

Las monedas saben a manos, bolsillos, cajas y lamentos.
Los bigotes a sopa y las barbas a café y pan.
Los sofás saben a tarde, video y lluvia y las sillas a jardín.

A mermelada sabe el queso y a pasado los renglones.
Las flores saben a huesos, juegos y caballos.
Los relojes saben a ayer.

Las tartas de manzana saben a tienda de juguetes.
Los teléfonos a distancia y a sombreros.

Los trenes a vaho y humo.

Las macetas saben a vida y muerte.
Las piscinas saben a descanso.
Los ceniceros saben a conversación.

Y tu boca sabe como los labios que hablarán
cuando el futuro se venda en unos ultramarinos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y las palabras saben a galleta y leche cocida o a rancio, según la intención que lleven...