lunes, 19 de enero de 2009

Credo Mortis

Al despertar se dio cuenta de que estaba
más cerca del suicidio que de la felicidad
y, sin embargo, sonrió al saber que aguantaría
las alegres quemaduras de la soga al cuello
hasta que el destino considerase que llegó su hora, 
e irse como Dios manda.

2 comentarios:

Marisa Peña dijo...

¿Podremos irnos cómo Dios manda, o tendremos que irnos como buenamente poodamos? Un poema profundo y muy inquietante. Me gusta. Besos

Aliba dijo...

¡Cómo juegas con el sentido de las palabras! ¡¡Menos mal que son.... precisas!

¡No me pegues cuando me veas..! Je