Se acabó la palabra tras la boca
y se perdió como se pierde un diente,
poco a poco e inocente.
Se olvidó la palabra tras el guiño
y quedó para siempre en el aire,
el aire modificado.
Se quebró la voz con la palabra
y se oyó al final del día
el trueno duro del interruptor.
Escucha bien antes de oir,
la palabra.
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