Lo tengo comprobado.
Al afinar la vista a contraluz, o mirando al cielo
o de espaldas a la vida, se vislumbra siempre a lo lejos
un puerto lleno de barcos, una salida nula hacia el amanecer.
A la espera de otros puertos permanezco en la orilla,
alimentando el pesar, recogiendo vacías la redes
y aguantando, con la delicadeza de un arrullo, los embites de una marea
que nunca termina de subir pero nos moja los pies a cada instante.
Lo tengo comprobado. Cada vez que me acerco
en busca del frescor palpitante, alejo los pies de las huellas del suelo húmedo
con miedo a no encajar esto de ahora con lo que ya conozco.
Ya lo tengo comprobado y aún así sigo volviendo
para levar las anclas cada atardecer y dejarme ir a la deriva,
a encontrar la luz que hay detrás de aquel barco.
3 comentarios:
Muy sugerente. Preciosa alegoría entre nuestra amada y cercana mar y el miedo/atracción hacia lo nuevo. Consigues emocionar.
Olvidé firmar...
Yo. JaviMaster (irreversiblemente reversible).
Gracias Javi.
Publicar un comentario