jueves, 10 de julio de 2008

Empirio nauticus
















Lo tengo comprobado.
Al afinar la vista a contraluz, o mirando al cielo
o de espaldas a la vida, se vislumbra siempre a lo lejos
un puerto lleno de barcos, una salida nula hacia el amanecer.

A la espera de otros puertos permanezco en la orilla,
alimentando el pesar, recogiendo vacías la redes
y aguantando, con la delicadeza de un arrullo, los embites de una marea
que nunca termina de subir pero nos moja los pies a cada instante.

Lo tengo comprobado. Cada vez que me acerco
en busca del frescor palpitante, alejo los pies de las huellas del suelo húmedo
con miedo a no encajar esto de ahora con lo que ya conozco.

Ya lo tengo comprobado y aún así sigo volviendo
para levar las anclas cada atardecer y dejarme ir a la deriva,
a encontrar la luz que hay detrás de aquel barco.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy sugerente. Preciosa alegoría entre nuestra amada y cercana mar y el miedo/atracción hacia lo nuevo. Consigues emocionar.

Anónimo dijo...

Olvidé firmar...
Yo. JaviMaster (irreversiblemente reversible).

Guillermo dijo...

Gracias Javi.