jueves, 13 de noviembre de 2008

Con el viento golpeándome la cara
en lo alto de aquel edificio
y el sol tocando cada grito de mi piel
junto a la azotea,
la vida parecía tener un final claro.


En la acera, rojo el suelo, frío el tiempo
la vida parecía no haber comenzado nunca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero que le vaya bonito señor. Leyendo esto usté me preocupa.
Me gusta mas cuando escribes cosas que hacen sonreir.

Carmen Aliaga dijo...

me encanta...
quién no ha sentido alguna vez las ganas de ...saltar?
elévate hasta los tejados, hasta las azoteas, hasta tocar el cielo, pero sigue escribiendo y haciéndonos partícipes de tus letras
un abrazo muy fuerte