lunes, 30 de marzo de 2009

La peor tortura es amar      

con la delicadeza de un niño,

para ser amado en cambio

con la esperanza del reencuentro y

la espera de una comodidad.

 

El día a día , el noche a noche

convierte el vino en agua; la lujuria, en pan caliente

el profundo sueño, en sueño y

despertarse se torna un esfuerzo de medio fondo

1 comentario:

Carmen Aliaga dijo...

Así debemos amar, con la delicadeza y la ternura del niño, como si fuera siempre la primera vez.
El amor es como ese milagro de la conversión del agua en vino pero todo es más posible si se intenta, aunque casi perezcamos en dicho intento.
Un abrazo muy fuerte desde esta noche lluviosa y mágica por esta luna brillante casi luna llena.