domingo, 7 de septiembre de 2008

Los mil y un días.

Cada mañana al despertar, Sherezade comenzaba una revolución y rodaban cabezas. Estaba cansada de contar, cada noche, cuentos al mismo rey.

1 comentario:

Aliba dijo...

Lo que hace que cada noche sea distinta es el cuento: cómo lo cuentas (con qué ánimo, con qué intención...) no a quien se lo cuentas...