martes, 6 de abril de 2010

Me podría conformar en esta vida
con habitar para siempre en algún libro,
una canción, un disco, un verso,
un nada hecho palabra.

Podría -si pudiera- limitarme
a tres paredes con ventana dentro
de las cuales fuese posible
recrear las verdades de otro tiempo,
los minutos del encuentro,
la fluidez del murmullo matutino.

Sería capaz, y así lo afirmo,
de pensar esta vida, no vivirla,
de apear del tren los elementos
que fabulan con las mañanas
e interpretan lo que ocurre
y no lo acercan más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Y si el que tiene que apearse del tren eres tú? ¿Y si hace tiempo que no estás en ningún tren? ¿Y si simplemente has estado vagando de parada en parada? Quizá no sea suficiente con esperar a que te compren un billete. Quizá ya sea hora de comprarte uno -sólo de ida- y elegir tú la dirección y el equipaje que quieres llevar.