sábado, 27 de marzo de 2010

A cuatro (4) manos

Como siempre solía,
con la luz se despertó
y el frío -absurdo y malintencionado- le recordó
el porqué de la mañana e insitió
en pensar en una mañana de Enero
que llegaba sinuosa, como el arrepentimiento,
y veloz como la fuerza para seguir, para arreglar
las salvedades, para intuir
el posible y anhelado encuentro.

Todos los días parecían uno;
todos los meses, una resurrección fatal.
Era un sacrilegio el mero hecho de considerar
marcharse sin decir adiós.

Adiós, hasta luego, que descanses, no te olvides
de que moriremos juntos, de que seremos
polvo intacto, efímero como ese momento,
como esa mirada entre dos desconocidos
que se conocen muy bien. Tan bien
que ya se han olvidado.

2 comentarios:

María dijo...

No he podido evitar recordar al poeta y su verso "polvo serán más polvo enamorado". Me ha gustado mucho.

Anónimo dijo...

Acércate a mi sombra y te mostrare
algo diferente de la tuya que recorre los encuentros alargada por un sol de mediodía hasta perderse fuera de los límites.
Ven, acércate a mi sombra para no ver -al ser pulverizados por la lluvia, por el cielo y el asfalto, por la luz que no se sabe, por el tiempo y el amor en que nos vimos-
el Amor y el Tiempo,
el miedo de no vernos.