sábado, 3 de mayo de 2008

Puerta

Toqué, al salir, con el dedo
una brizna de hierba y estaba fría.
Aún era temprano.

Al comenzar a andar sentí una ausencia en el camino
que perduró hasta el atardecer.
No quise, tal vez, ocuparla:
al menos tenía así una compañera de viaje.

Ahora, sonrío y observo con alegría
el sendero pisoteado tras de mi sobre la hierba
y entiendo que, aún sin saberlo, incluso cuando no miro,
dejo una marca.

Desde este instante, cada vez que roce un hombro,
pensaré en mis huellas dactilares sobre la hoja esta mañana
y en el largo caminar que me espera hasta tu puerta.

1 comentario:

Nuria dijo...

Esta casi se puede oler.... y sentir. Es bonito leerte