Fue tal vez un silencio agudo, una deriva extraña
una duda implacable lo que hizo temblar
los brazos justo ante el final antes de lo debido.
Jamás llegó la pregunta:
hundida en la arena, como un recuerdo
que golpea cuando menos se espera, cuando menos se pide,
cuando menos intención se tiene de plantar cara.
Y esperamos la vuelta al hogar.
Sin embargo, es más que un paso con los dedos
abiertos a caricias refrescadas por el agua,
a miles de fórmulas matemáticas resueltas con la precisión del oleaje y las mareas,
sucumbiendo siempre a la intención y al eterno eco de la palabra inmortal.
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