martes, 5 de febrero de 2008

Alas blancas

Oí una vez decir a un sabio
que la lluvia no cae si no se desea,
que jamás se cuelga la ropa cuando ya está seca
y que las hormigas que vuelan
-aquellas que nunca abandonan el suelo-
son como los sueños que se cogen tarde:
pesados presagios de otras verdades
que nunca cumplen su función.

"Pura supersticón" - pensé yo.

Aquel día llegué a casa seco y nada más cerrar la puerta
escuché el estruendo premonitorio de un trueno en la lejanía.

De debajo de la cama salieron caminando sin hacer ruido
miles de hormigas negras con las alas blancas.
Dejé la puerta abierta, por si algún día vuelve a llover.

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