Una tras otra fueron saliendo las palabras temblorosas,
como monjas que llevasen esperando la hora de orar.
más del tiempo necesario. Y llegaron al destino.
Ahora, tras colgar el teléfono, sólo queda aguardar
un movimiento, un silbido, una mirada.
Fueron entrando una a una, las palabras a la caja de madera
lugar del que tardaron en salir,
más del tiempo necesario.
Quizás aún no sea tarde para ir al altar
y pedir un milagro.
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