miércoles, 27 de febrero de 2008

Confía en mí, será muy poco

Es necesario,
tanto como el agua,
o como un flor, o como las estrellas
tatuadas en el alma, no soñar.

Hazme caso, pequeño, escucha al hombre magullado
atiende a las bolsas moradas bajo la vista
y sujeta con la mano la cachava que te tiendo.
Óyeme decirte que no sueñes, que no es necesario.
No es aconsejable.

En cierta ocasión me dijeron que tener ideales,
pensar en el futuro, sonreir cada mañana
era la mejor forma de enfrentarse al mundo.

¡Mentira, ingratos!

Escúchame, pequeño, y
se gris. Así verás la felicidad del ajeno disiparse.
No ansíes nada. Así lo poco que obtengas,
-confía en mí, será muy poco-
te sabrá a fruta fresca en boca de otros, pero al menos
no se te habrán caido los dientes con el azucar de la noche.
No sueñes, espera la caida que llegará.
No te esfuerzes, no sirve para nada.

Es necesario no hacerlo si se quiere ser feliz.
O al menos no ser demasiado desgraciado. Algo más factible.

Espera a que te llegue la muerte, tan sólo ahí
te darás cuenta de que te han mentido siempre.

Cada palabra de ánimo que te han dedicado, pequeño,
ha sido la mentira necesaria de un ingrato que creía quererte.

Llora cada mañana como forma de enfrentarte al mundo.

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