jueves, 19 de junio de 2008

Era fría la tarde y el recuerdo de tus huecos.
Sentíamos como en la longevidad del tiempo
tu mano intentaba apresar, sin éxito,
los sueños que se escurrían
al igual que lo hace el agua de un pantano por tus pechos,
lenta y tibiamente, casi imperceptible
aunque sin duda
imparable.

Pasa la tarde y se enfría tu cara
pero el frío no consigue congelar el agua
para que se mantenga en tus pechos ese pantano
y se escurre y se va
como los sueños en tu mano seca.

No hay comentarios: