miércoles, 4 de junio de 2008

Manzanas

Lo recuerdo como si fuese cierto:
una ventana sobre una pared blanca,
cientos de flores de cientos de colores
donde se aglutinaban cientos de insectos,
y un reflejo cercano, como el de un reloj que marca la hora de irse,
me indicó que el coche se había detenido.
Era verano, hacía calor.

Me giré, me miró, me asusté, me besó.

El coche se alejó camino abajo,
llevándose con él el reflejo y los relojes.

El tiempo había comenzado a pararse para siempre,
era sólo cuestión de dos que existiera ahora un ritmo,
entrecortado, maldito, eterno y puro.

La ventana se cerró con las persianas,
los insectos enmudecieron posados en cualquier color,
el blanco de la casa permaneció blanco
y el murmullo de las manzanas mecidas por el viento
marcaba el paso de las horas.

Dentro, en la habitación, todo era hoy.

Lo recuerdo como si fuese a pasar.

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